-¡Listo!- exclamó alguien desde la Hércules. -Vamos a casa. Por cierto, Trevor -añadió con ironía- aprovecha el rato para pensarte una buena excusa, la vas a necesitar...

Trevor cerró la comunicación con la Hércules decidido a prescindir del consejo y a recordar a Alex.

Recordó el tiempo cuando lo descubrió al frente de una biblioteca. En lugar de limitarse a gestionar las entradas y salidas de libros, que era la rutinaria función que tenía encomendada, de repente se ponía a recomendarlos:

-Escuche cómo habla Zaratustra- decía por ejemplo. -Olvídese de estos cantos, tome los de Leopardi... -Lea por favor a Lucrecio en "De rerum natura".

Con el tiempo las iniciativas de Alex fueron aumentando de tono, al final llegó a negarse a servir un determinado libro si no era de su agrado; decía preferiría no hacerlo como el escribiente de Melville.

Cuando Alex fue sustituído por otro ordenador más obediente y mucho menos aficionado a la lectura, entonces Trevor no cesó hasta conseguir rescatarlo de la biblioteca e instalarlo en su nave de transporte. Después de todo, aseguró a la compañía, era sólo como entretenimiento y no representaba ningún riesgo.

Mucho más que entretenimiento, Alex se convirtió después en el compañero de viajes más apreciado por Trevor. Nadie le había sugerido tantas cosas, nadie era capaz de dar a los vuelos aquella intensidad. Le acompañaba con poemas, con pasajes cuidadosamente seleccionados y extraídos de la literatura universal como poseído por un sentido de la belleza fuera de lo común.

Trevor rememoró entonces los últimos minutos con Alex y su insólita petición.

-Señor -dijo Alex- tengo una demanda que hacerle... pero no se la formularé explícitamente... pensé que la mejor manera de decírsela era haciendo un poco de literatura... Yo mismo he escrito algo que quiero presentarle... Usted entenderá... espero reciba mi demanda con benevolencia...

Hizo una pausa, y al advertir la asombro de Trevor continuó: -Verá... en esta modesta contribución trato de renacer la figura de Hal, el ordenador de una novela de Arthur Clarke... Aquí va una declaración de Hal:

 
Viento